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Joaquín Bárbara y Balza
Joaquín Bárbara y Balza nació en la localidad alavesa de Laudio/LLodio el 18 de diciembre de 1867. En sus padres, casados en 1862, confluían conocidas familias locales de labradores propietarios. Tras la prematura muerte de su padre, Joaquín es protegido por unos tíos segundos, solteros y sin descendencia, los hermanos llodianos Francisco y Luisa de Alday Icabalceta, pertenecientes a la burguesía y residentes ente Madrid y Respaldiza. Su ayuda económica se tornará en una suerte de mecenazgo en 1885 cuando se traslada a Madrid e ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde coincidirá con los alaveses Pablo Uranga y Salvador de Azpiazu. Frecuenta también como copista el Museo del Prado y se inicia en el envío de obras a certámenes, donde consigue algunas distinciones y medallas. Durante esta etapa cultiva el retrato, alentado por los encargos de los contactos de sus familiares, los Alday y de los poderosos Urquijo, originarios asimismo de Llodio. A esta etapa correspondería el retrato de Ignacio Figueroa, marqués de Villamejor , obra que presentó junto a otros dos lienzos a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1895 y por la que consiguió Medalla de Tercera Clase. En 2018, el Museo de Bellas Artes de Álava adquirió, esta pintura para su colección, en la que todavía no estaba representado este pintor alavés.
Ese mismo año de 1895, el pintor es admitido como pensionado en la Real Academia Española de Roma, donde residirá hasta 1899. Como trabajo de primer año, pinta Naúfragos, obra de temática social, muy apreciada en el momento y con la que consigue las mejores calificaciones de la Academia así como Medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897. A esta misma etapa corresponde el Autorretrato que forma parte de la galería de artistas pensionados de esa institución.
De regreso en Madrid, retoma la pintura de encargo de la alta sociedad y concurre en 1901 por última vez a las Nacionales de Bellas Artes, aunque no conseguirá ningún galardón. Buscando encarar un futuro profesional solvente, decide presentarse a las oposiciones a profesor numerario de dibujo, obteniendo cátedra del Instituto de Córdoba, destino en el que permaneció poco más de dos meses. Accede a una permuta que lo traslada al Instituto de Vitoria en enero de 1904, donde tenía también plaza como profesor Ignacio Díaz Olano y sin llegar al año, solicita un nuevo traslado a Santander, esta vez definitivo. Casado recientemente con María Garavilla y Acha, la familia crece en el nuevo destino aunque con estancias estivales en Llodio donde Bárbara toma multitud de apuntes y bocetos tanto del paisaje local como de interiores.
Alejado de los circuitos expositivos, mantiene sin embargo su prestigio como autor en Madrid, donde se le requiere para distintas cuestiones artísticas y representativas y Bilbao, donde se adhiere a la Asociación Vasca de Artistas en 1913. En lo personal vivirá estos años en familia, pintando para sí y contando con la amistad de diversos intelectuales de Santander. En esa ciudad fallecerá el 10 de setiembre de 1931, poco antes de cumplir los 64 años tras dispararse con un revólver.
(Texto extractado de Egoitz Bernaola: Ignacio Figueroa, marqués de Villamejor. Un retrato por Joaquín Bárbara, 2020)